Zambia y la tragedia aérea que cambió la historia de una selección

La historia del fútbol está repleta de momentos épicos, jugadas magníficas y campeonatos intensos, todos acompañados de celebraciones masivas que resuenan en el corazón de los aficionados. Sin embargo, como en la vida misma, también hay un lado sombrío, lleno de tragedia y dolor. Uno de los episodios más trágicos de este deporte sucedió el 27 de abril de 1993, cuando un accidente aéreo segó la vida de la mejor generación de futbolistas de Zambia, un evento que marcó un antes y un después en la historia del fútbol africano.
Los jugadores del equipo nacional zambiano se encontraban en camino a Dakar, Senegal, para disputar un crucial partido de clasificación para la Copa Mundial de 1994, que se celebraría en Estados Unidos. El equipo abordó un avión militar, un Havilland Canada DHC-5 Buffalo, un modelo que, aunque era utilizado por la Fuerza Aérea de Zambia, ya tenía algunos años y carecía de las características modernas que proporcionan seguridad en vuelos de larga distancia.
El vuelo hizo paradas técnicas en Brazzaville, República del Congo, y Libreville, Gabón, antes de continuar su viaje. Tristemente, poco después de despegar de Libreville, un fallo técnico devastador afectó al avión: uno de sus motores se incendió. El piloto, que ya se encontraba fatigado, probablemente cometió un error crítico al apagar el motor funcional en vez del defectuoso, lo cual condujo al desplome del avión en el Océano Atlántico, cerca de la costa gabonesa.
No se registraron sobrevivientes; las 30 almas que estaban a bordo, incluidos 18 jugadores del equipo nacional, además de técnicos, periodistas y miembros de la tripulación, perdieron la vida. Este equipo, conocido en su momento como la «súper generación» de Zambia, prometía cambiar la historia del fútbol africano, siendo considerados serios candidatos a alcanzar, por primera vez, la Copa del Mundo.
Entre los futbolistas que fallecieron en esta tragedia se encontraban nombres destacados como David y Efford Chabala, portero y delantero, respectivamente, junto a otras figuras claves como Derby Makinka y Eston Mulenga, quienes representaban el futuro del fútbol zambiano.
Las autoridades del Marine Gabonese, responsables en la localidad del accidente, lograron recuperar 24 de los 30 cuerpos. Estos fueron sepultados en el «Estadio de la Independencia», en Pritoka, Zambia, un tributo a su memoria y contribución al fútbol nacional.
Una curiosidad trágica en esta historia es que Kalusha Bwalya, el gran ícono y capitán del equipo, no viajó en el vuelo fatídico. En aquel tiempo, jugaba en el PSV Eindhoven en los Países Bajos y tenía otros planes que le permitieron reunirse directamente con su equipo en Senegal, lo que le salvó de una desdicha inminente.
Kalusha expresó su dolor diciendo: «Perdí a mi equipo, mis hermanos, mis entrenadores. Las personas que adoré. El día siguiente fui al club y me dijeron que no debía leer los periódicos porque contenían imágenes del accidente. Me dieron permiso para asistir al funeral en Zambia, y al llegar, todos comenzaron a llorar.» Su experiencia resalta la magnitud del impacto emocional que ese trágico accidente produjo en el país.
Pese a la devastación, Zambia estuvo muy cerca de alcanzar su sueño mundialista en 1994. Con un equipo prácticamente reconstruido, solo necesitaban al menos un empate contra Marruecos en la última ronda, pero cayeron 2-0, lo que significó el desvanecimiento de su sueño de competir en el torneo mayor del fútbol.
La tragedia no detuvo el espíritu de Zambia; en poco tiempo, logró fortalecer su selección y, sorprendentemente, llegaron a la final de la Copa de Naciones de África en 1994, donde, aunque perdieron ante Nigeria, fue un acto de resiliencia y orgullo nacional.
Hoy en día, la memoria de esa generación dorada está profundamente arraigada en la conciencia colectiva de Zambia. Un homenaje significativo a esos futbolistas caídos se manifestó en 2012, cuando Zambia conquistó la Copa Africana de Naciones en Libreville, muy cerca del lugar donde ocurrió el accidente, dedicando su victoria a sus compañeros perdidos.
Otro accidente aéreo que impactó al fútbol
Tragedia de Superga (4 de mayo de 1949) – Torino FC (Italia)
El avión que transportaba al Torino FC, uno de los mejores clubes italianos de la época, se estrelló contra la Basílica de Superga, cerca de Turín, debido a condiciones climáticas adversas y errores en la navegación. 31 personas fallecieron en el siniestro, incluida gran parte del equipo, lo que desató un luto nacional en Italia, profundizando el vacío en el fútbol del país tras la guerra.
Tragedia de Múnich (6 de febrero de 1958) – Manchester United (Inglaterra)
El avión del Manchester United, conocido como los «Busby Babes», se estrelló mientras intentaba despegar en Múnich, tras una escala en Belgrado, resultando en la muerte de 23 personas, entre ellas 8 jugadores. Este evento marcó la historia del club y el entrenador Matt Busby, quien sobrevivió, se embarcó en la reconstrucción del equipo, llevando a la gloria a su escuadra una década después al alzarse con la Copa de Europa en 1968.
Accidente de Alianza Lima (8 de diciembre de 1987) – Perú
El avión que transportaba al equipo peruano Alianza Lima se precipitó al océano cerca del aeropuerto de Jorge Chávez en Lima. Este fatídico accidente dejó 43 muertos, casi todos jugadores y técnico, dejando al club devastado y obligándolo a reconstruirse casi desde cero, recibiendo incluso apoyos de clubes chilenos.
Accidente de Chapecoense (28 de noviembre de 2016) – Brasil
El avión que llevaba al Chapecoense a Colombia para jugar la final de la Copa Sudamericana contra Atlético Nacional se estrelló cerca de Medellín, tras quedarse sin combustible. Este momento trágico costó la vida a 71 de las 77 personas a bordo, incluidos 19 jugadores. La conmoción fue global, y la CONMEBOL otorgó el título de campeón de la Copa Sudamericana a Chapecoense a pedido del Atlético Nacional, en honor a las víctimas.
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