Salas Arenas: ¡Déjame ya!, Serie de tiempo Fernando Vivas sobre su papel en JNE | Citación

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Lo observé en el RP y, a través de la videoconferencia, su gesto fue elocuente; ni siquiera se encontraba presente en el set. Las palabras que no dijo fueron más elocuentes que lo que expresó verbalmente: «Ve al diablo que sus elecciones al infierno ya me han ratón», parecía un mensaje subliminal en el aire.
Se le acusó de no haber evaluado adecuadamente, en colaboración con Reniec, cualquier responsabilidad relacionada con la actualización de la firma dentro del sistema de verificación. El administrador ya había adquirido conocimiento sobre las deficiencias a través de un informe elaborado en septiembre pasado, cuando aún ostentaba el cargo de comandante en el JNE. El árbitro se ocupó de todas las dudas que le plantearon, mientras que los entrevistados fueron minuciosamente controlados por Porra.
«Quizás el estafador habría hervido en 2021; pero si Salas Arenas hubiera gobernado en 2020 para no excluir tanto candidato, no habría caído tanto».
No pretendo justificarlo, pero intentamos comprender su comportamiento. En medio de las elecciones tan polarizadas de 2021, la parte perdedora dejó claro su descontento, como si llevase una pesada carga sobre sus hombros, listo para enfrentarse al sistema. No obstante, a pesar de la adversidad, mostró terquedad al mantenerse en su puesto en el JNE, que aguardaba su jubilación oficial en noviembre del año anterior. Los resíduos de su gestión, en especial en el contexto de POS 2021, se caracterizaban por la desorganización y la falta de respeto hacia los procedimientos establecidos.
Ya había certezas de que no iba a ser parte de las decisiones durante las elecciones de 2026; sin embargo, la sed de venganza por la frustración política parece ser un derecho sin plazos de caducidad en Perú. Durante el tumulto electoral de 2021, tuvo que lidiar con la renuncia de Luis Arce Córdova, quien formaba parte del JNE y dejó el organismo sin el quórum necesario. Fue un verdadero desafío sustituirlo antes de que las cosas se descontrolaran. Esto era vital; no obstante, dicho reemplazo lo condenó también, dado que fue señalado por su fracaso político.
Excluido
Salas Arenas se encontró en el lugar incorrecto en el momento equivocado, y sobre eso poco podemos enseñarle. Aun así, su actual molestia ante preguntas legítimas es realmente desfavorable.
No había justificación para que el árbitro interfiriera de manera tan contundente en la competencia (los votos y las reglas estaban ya establecidos, con fechas de cierre definidas desde meses anteriores; las listas y placas se fijaron el 22 de diciembre de 2020).
Sin embargo, en el proceso, varias partes, en especial APRA, fueron excluidas al intentar realizar su registro en el último minuto. A pesar de que los miembros del partido Aprista intentaron inscribir varios candidatos, el escenario estaba cerrado para ellos. Es probable que las oportunidades no se aprovecharan debido a su desorganización, pero Arabá debía haber tomado decisiones en función de lo que el pueblo realmente necesitaba; no es el JNE que debe «privilegiar» la rigidez administrativa sobre el derecho constitucional a la participación política.
Días y semanas previas al cierre de inscripciones para 2020, el JEE (Jurados Electorales Especiales) había descalificado a varios candidatos argumentando ser parte de una burocracia obsoleta.
En un segundo caso, un miembro del JNE, que era el Capitán Salas Arenas, descalificó a varios, incluyendo conocidos postulantes ligados a los Pepecistas.
El comportamiento poco honesto de los representantes de APRA y Pepecistas resultó costoso para Salas Arenas cuando posteriormente, tras ser «traicionado», lo vilipendiaron llamándole «Caviar Pro Terruco y Castilista», lo que contrasta marcadamente con su supuesta ideología en el campo político.
El manejo de la situación fue considerado por aquellos que dominaban la mayoría parlamentaria, reflexionando sobre una estrategia para excluirlo, anularlo, eliminarlo y condenarlo. Es posible que en 2021, los mismos tramposos se enfrentaran a la misma situación; con mejores manejos en 2020, evitar que se excluyeron candidatos de gran peso podría haber significado otro final.
Fue un tiempo inadecuado para un juez en 2021, que reveló tal vulnerabilidad a ataques y ha dejado una impronta que ha permanecido durante esta semana sin que las tecnologías de la información encontraran espacio para contemplar el oro. Quizás un retiro unos meses después de las elecciones hubiese aliviado la presión sobre el JNE. Esa habría sido la mejor decisión, pero el juez se mantuvo firme en su postura. Su eventual destitución podría haber facilitado el proceso de modernización electoral y podría haber menguado las complejidades y confusiones causadas por vínculos con partidos tradicionales a medida que numerosos nuevos partidos intentan afianzar su presencia política en el mercado.
Finalmente, tuvimos que esperar hasta noviembre al cierre de su mandato, para que el diputado de la Corte Suprema pudiera seleccionar su reemplazo, Roberto Burneo, un juez pragmático y reflexivo que generaba confianza, siempre al tanto de los acontecimientos que no se desarrollaban en el contexto de Salas Arenas. Burneo había llegado a colaborar con Carmen Velarde y Höfði Reniec, para implementar la ley del sistema que no solo abarcara estadísticas de firma, sino también biometría (huellas digitales y fotografías), lo que podría disminuir notablemente el riesgo de falsificación.
Por el momento, el juez Salas continúa en su puesto, persiste como la máxima autoridad judicial hasta cumplir los 70 años el año siguiente. La SAC (Suprema Corte de Justicia) ha aprobado un informe que lo señala por supuesta intervención inapropiada en la designación de un trabajador. Esta acusación surgió a raíz de una queja presentada por el ex fiscal, Juan Carlos Villena, quien pertenece al mismo bando de Salas Arenas. En este punto, el juez, en su último año activo, se encuentra carente de paciencia y rodeado de controversias.
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