El proyecto de California está siendo una verdadera pesadilla





Los Estados Unidos han tenido un largo anhelo por desarrollar y establecer líneas de tren de alta velocidad. El objetivo era no solo ambicioso, sino también poético: conectar San Francisco y Los Ángeles en menos de tres horas, reducir las emisiones de carbono, revitalizar el transporte ferroviario y, en última instancia, demostrar que el país puede estar a la altura de Europa y Asia en cuanto a movilidad se refiere en el siglo XXI. Sin embargo, lo que debería haber sido un símbolo de progreso y modernidad se ha convertido en uno de los proyectos de infraestructura más problemáticos y debatidos en la historia reciente de la nación.
La historia comenzó con un fuerte optimismo. En 2008, los votantes de California aprobaron una medida de bonos de 10,000 millones de dólares que representaba el primer paso significativo hacia la realización de este sueño. La meta era clara: construir una línea de tren de alta velocidad que viajaría de norte a sur a velocidades de 354 km/h. En aquel entonces, se hablaba de que 2020 sería la fecha en la que se abriría la línea al público. Sin embargo, 2020 llegó y pasó sin que se concretaran los planes, y ahora 2025 está a la vuelta de la esquina, con solo 35 kilómetros listos para iniciar la colocación de vías. Actualmente, no hay trenes operativos ni estaciones listas, y el futuro del proyecto parece más incierto cada día.
Retrasos, excesos de costos e incertidumbre
En la actualidad, el costo total estimado para el proyecto ha llegado a superar los 106,000 millones de dólares, lo que más que triplica el presupuesto inicial. Además, los planes se han restringido considerablemente. La promesa de conectar Sacramento con San Diego ha quedado en suspenso, y todo el enfoque se ha desplazado hacia una porción más modesta del viaje: aproximadamente 275 kilómetros en el valle central que va desde Merced hasta Bakersfield. Este segmento abarca un área con una densidad de población baja y su impacto sobre la movilidad se considera cuestionable.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿por qué ha sido tan costoso llevar a cabo este proyecto? Hay muchas razones, y resulta difícil reducirlo a una sola. La adquisición de terrenos privados ha sido una pesadilla, y la reubicación de infraestructuras públicas, como tuberías y líneas eléctricas, ha conllevado gastos adicionales inesperados. Sin embargo, lo más grave ha sido la falta de financiamiento estable y continuo. El proyecto ha avanzado a trompicones, dependiendo de presupuestos fraccionados, promesas parciales, y ayudas gubernamentales con condiciones. La carencia de una estrategia clara y el apoyo federal que ha oscilado según la administración de la Casa Blanca han dado lugar a retrasos, sobrecostos y crecientes frustraciones.
A pesar de todo, se están logrando algunos avances. A finales de 2023, tras recibir una inyección histórica de casi 3,100 millones de dólares por parte del gobierno federal, la autoridad ferroviaria de alta velocidad en California realizó un paso crucial: en enero de 2024, hicieron público el listado de proveedores finalistas para la fabricación de trenes eléctricos. Las compañías seleccionadas son Alstom y Siemens, dos gigantes del sector ferroviario, reconocidos por su vasta experiencia en Europa. El objetivo es adquirir trenes diseñados para sobrepasar los 350 km/h, creados específicamente para este proyecto y adaptados a las necesidades californianas.
No obstante, el proyecto no se limita únicamente a la rapidez. Existe un esfuerzo notable e inusual para contemplar la experiencia del viaje desde el inicio. En Sacramento, ya se ha construido un modelo a escala completa de uno de los vagones, fabricado con madera y espuma, para visualizar cada detalle del interior. Este modelo ha sido compartido para recoger sugerencias de expertos en accesibilidad, ingenieros, representantes públicos y asociaciones de usuarios. Las propuestas abordan necesidades más allá de lo básico: desde inodoros amplios y adaptados hasta botones de emergencia accesibles desde el suelo en caso de caídas, áreas familiares, compartimientos de cápsula para mayor privacidad y espacios diseñados específicamente para garantizar la accesibilidad.
California tiene también una ventaja estructural importante: sus vagones serán más amplios que los de los trenes convencionales en Estados Unidos, lo que permitirá corredores más amplios sin sacrificar el espacio para los pasajeros. La intención, según la autoridad ferroviaria, es que este tren de alta velocidad sea inclusivo para todos. Un tren que realmente prioriza la accesibilidad y el bienestar de sus usuarios.
Por el momento, hay más de 25 sitios de construcción activos en el valle central, con aproximadamente 1,500 trabajadores desplegados diariamente. Hasta ahora, se han despejado 422 millas de la futura ruta, al menos desde el aspecto ambiental. Se han construido más de 50 estructuras, incluyendo puentes, viaductos y pasos elevados. Sin embargo, todavía queda mucho por resolver en el futuro. Para que se pueda completar la sección central, es crucial cerrar financiamiento antes de mediados de 2016. Aunque el actual CEO, Ian Chouddri, sostiene que están encaminados para lograrlo, ya sea a través de inversión privada, préstamos federales o nuevos bonos, el tiempo corre en su contra. Especialmente si se produce un cambio en la administración federal y se reconsideran los fondos previamente prometidos.
El Departamento de Transporte, bajo la dirección de Sean Duffy, anunció una auditoría exhaustiva del proyecto. El objetivo principal es determinar si California ha cumplido con los compromisos asumidos al recibir fondos federales. La amenaza que se cierne es clara: si no hay avances significativos o garantías sólidas, podría suceder que estos recursos se reasignen a otros estados que tengan proyectos más avanzados. La presión, nuevamente, es enorme.
El contraste con otros países es doloroso. Japón inició la construcción de su primer Shinkansen en los años 60, mientras que España ha estado ampliando su red de trenes AVE durante más de tres décadas. Además, Marruecos inauguró su tren de alta velocidad entre Tánger y Casablanca en 2018. En Estados Unidos, el Acela sigue siendo lo más cercano a un tren de alta velocidad, alcanzando picos de 240 km/h en carreteras que cruzan túneles construidos en el siglo XIX.
En California, todo es complejo. La planificación del diseño abarca áreas agrícolas, núcleos urbanos y tierras protegidas. A pesar de las promesas, los acuerdos y la creación de modelos a escala real, el riesgo de que el proyecto se quede como un sueño persiste. Sin embargo, hay algo en la idea original que sigue ganando fuerza. Existe una convicción de que, si finalmente se concreta, este tren podría marcar un antes y un después. No solo para California, sino para toda la red de transporte del país.
Imágenes | Ferrocarril de alta velocidad de California
En | El C919 Comac