Europa ha decidido tomar medidas contra la guerra híbrida de Moscú. Entonces Alemania comenzó a buscar drones rusos. – El diario andino



Lo que comenzó como una sucesión de incidentes técnicos y testimonios contradictorios pronto sacudió a los gobiernos del viejo continente, movilizando barcos y aviones, y obligando a Berlín a reescribir las reglas sobre cuándo y cómo se puede derribar algo que flota sobre nuestras cabezas. En ese tablero invisible había una pregunta que todos evitaban responder: ¿quién presiona realmente el botón que pone en marcha estos dispositivos y con qué propósito?
Ahora, Alemania y el resto de Europa parecen estar de acuerdo.
El frente invisible. Lo hemos estado contando. Europa ha entrado en una fase sin precedentes de vulnerabilidad aérea. En apenas unos meses, una ola de incursiones de drones no identificados (algunos sobre aeropuertos, plantas industriales y centros estratégicos) ha obligado a cerrar el espacio aéreo, desviando vuelos y poniendo en alerta a las fuerzas armadas de varios países.
En Alemania, las perturbaciones del tráfico aéreo han sido multiplicado por 33% en un solo año, y lo que comenzó como una sucesión de incidentes aislados se ha convertido en un fenómeno continental que muchos atribuyen a una ofensiva híbrida orquestada por Rusia.
Y más. Estas incursiones, sin constituir un acto formal de guerra, son parte de un estrategia de desestabilización más amplio que combina ciberataques, sabotaje e intimidación tecnológica para calibrar la reacción de la OTAN y poner a prueba la capacidad de respuesta europea sin cruzar el umbral de la confrontación directa.
Alemania cambia de doctrina. Hasta hace poco, las autoridades alemanas se limitaban a detectar drones, sin poder intervenir sobre ellos. Sin embargo, la magnitud de las redadas (que obligaron a incluso al cerrar del aeropuerto de Munich y dejó varados a miles de pasajeros) ha obligado a un cambio legal de enorme importancia. El gobierno de Friedrich Merz ha aprobado un proyecto de ley que autoriza a la policía federal derribar drones que violan el espacio aéreo alemán o representan un peligro inmediato, utilizando desde disparos cinéticos hasta armas láser y sistemas electrónicos de interferencia.
No es un tema baladí. Se trata del primera modificación de la ley de policía desde 1994, y su aprobación parlamentaria colocará a Alemania al nivel de Francia, Reino Unido, Lituania y Rumaníapaíses que ya permiten la neutralización activa de aviones no tripulados. El Ejecutivo también ha anunciado la creación de una unidad nacional antidrones que se encargará de neutralizar los dispositivos de baja altitud, mientras que los de mayor potencia quedarán bajo jurisdicción militar.
Entre la seguridad y la escalada. La aprobación de esta ley refleja un dilema que atraviesa toda Europa: cómo responder a la agresión híbrida rusa sin provocar una escalada de guerra. El propio canciller Merz ha reconocido que muchos de los aviones interceptados parecen estar realizando vuelos de reconocimiento, sin armas, pero con claras intenciones estratégicas.
Al mismo tiempo, el Ministro del Interior, Alexander Dobrindt ha subrayado que las operaciones en entornos urbanos deben regirse por el principio de proporcionalidad para evitar daños colaterales. El temor de que una identificación errónea pueda conducir a un incidente diplomático o militar mantiene a las fuerzas de seguridad en vilo. un equilibrio constante entre firmeza y prudencia. Mientras tanto, Alemania moderniza su defensa con sistemas como el Rheinmetall Skyrangerdiseñado para neutralizar enjambres de drones en plena guerra híbrida, y refuerza su coordinación con la OTAN ante el riesgo de que la frontera tecnológica se convierta también en frontera política.
El riesgo de la “zona gris”. Los recientes incidentes en Polonia, Estonia y Rumania (donde aviones no tripulados rusos y cazas MiG-31 han violado el espacio aéreo aliado) han incitado a la OTAN a revisar sus reglas de enfrentamiento. Los países fronterizos con Rusia, respaldados por Francia y el Reino Unido, han propuesto medidas más agresivas: permitir a los pilotos abrir fuego sin confirmación visual, armar drones de vigilancia y realizar ejercicios militares en la propia frontera.
Aunque algunos aliados abogan por la contención para evitar un choque directo con una potencia nuclear, otros sostienen que la única disuasión eficaz es la acción visible. Washington ha presionado para relajar las reglas de respuesta e incluso ha sugerido que la Alianza debería “disparar a los aviones rusos” que entren en su espacio aéreo. En otras palabras, el debate ha revelado la tensión entre la cautela europea y el deseo estadounidense de recuperar la iniciativa frente a Moscú, en un contexto en el que la guerra en Ucrania y las provocaciones aéreas rusas amenazan con desbordar los límites de la guerra convencional.
Europa y el escudo aéreo. Le contamos la idea hace poco. Mientras la OTAN afina sus protocolos, la Unión Europea intenta reforzar su capacidad autónoma frente a ataques híbridos. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha propuesto construir este “muro de drones”, una red de sensores, radares y armas que proteja el flanco oriental del continente. Bruselas también se está preparando sanciones y restricciones al movimiento de diplomáticos rusos sospechosos de dirigir operaciones de sabotaje, al tiempo que destina fondos comunitarios a financiar sistemas antidrones en aeropuertos, puertos y centrales eléctricas.
La iniciativa busca no sólo reforzar la seguridad física, sino también responder políticamente al intento ruso de sembrar división dentro de la UE. «Rusia quiere dividirnos; debemos responder con unidad», ha advertido von der Leyen, destacando que la defensa contra la guerra gris no puede limitarse a reaccionar, sino que debe centrarse en la disuasión activa.
Europa en transformación. El desafío de los drones ha obligado a Europa a reconocer que la guerra del siglo XXI no se libra sólo con tanques y misiles, sino también con algoritmosenjambres autónomos y saturación de información. La ley alemana autoriza la demolición de aviones no tripulados, coordinación militar de la OTAN en el flanco oriental y la nueva estrategia europea de defensa aérea forman parte de una misma respuesta: la de un continente que se adapta a un enemigo que no siempre se muestra.
En el espacio difuso de la guerra híbrida, donde un dron civil puede convertirse en un arma estratégica y un ciberataque en un acto de guerra, la frontera entre paz y conflicto se ha vuelto más borrosa que nunca. Alemania, epicentro industrial y político del viejo continente, parece haber comprendido que la seguridad ya no se mide en batallas, sino en en segundos de reacción.
Y mientras la guerra en Ucrania redefine el equilibrio global de poder, Europa está ensayando su propio renacimiento defensivo: una transición forzada del pacifismo al pragmatismo, en la que cada dron derribado simboliza no sólo un riesgo neutralizado, sino también la conciencia de que la guerra es más «invisible» que nunca.
Imagen | Píxel crudo, Píxel crudo, Naturpuur
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