Periodismo en Buenos Aires, por Ricardo Uceda | Colpin 2025 | OPINIÓN – El diario andino
Ayer por la tarde culminó en la Universidad de Palermo la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación (Colpin 2025), donde tercos reporteros cuentan cómo descubrieron verdades ocultas. En una reunión como ésta se puede poner a prueba la idea generalizada de que hay una crisis en el periodismo. ¿La pérdida de ingresos y la intimidación por parte de la nueva autoridad afectarán su importancia? Fue favorable que la conferencia se realizara en Argentina. Junto a Colpin, el juicio contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner comenzó a las El estuche del cuaderno Sobornocon pruebas de sobornos a funcionarios. Para ella es más grave que el caso conocido como Caminos, referente a la adjudicación irregular de 51 obras a empresas del amigo de Kirchner, Lázaro Báez, por el que cumple seis años de prisión.
Es más grave debido a la solidez de la evidencia. Los sobornos quedaron registrados en cuadernos que llegaron a manos del periodista de «La Nación» Diego Cabot, quien investigó el material y lo entregó a la justicia. El juicio, que acusa a ex funcionarios y 60 empresarios por sobornos pagados durante 12 años (más de un billón de dólares en embargos) es el juicio por corrupción más grande en Argentina. Ahí tenemos pruebas contundentes de que el periodismo funciona. Se podrían ver otras pistas en Colpin 2025.
Una historia poderosa fue «Buscando a Mikelson», un relato del apartheid contra los haitianos pobres que huyeron a la República Dominicana, donde el gobierno priorizó la lucha contra la inmigración ilegal. La policía inició una frenética persecución. El periodista Juan Martínez d’Aubuisson obtuvo un vídeo que mostraba a dos policías persiguiendo a un joven negro por los tejados. Tras alcanzarlo, lo arrojaron al vacío. Martínez buscó al herido o su cuerpo durante seis semanas. En el camino se enteró que más personas eran arrojadas desde los tejados. Decenas de mujeres fueron separadas de sus hijos menores de cinco años y luego deportadas. Fue testigo de cómo la policía intentaba robar cadáveres para desaparecerlos, una forma común de encubrir asesinatos en masa. Finalmente encontró al hombre que huía en el video. Había sobrevivido, con algunas costillas rotas. Tenía 19 años y se llamaba Mikelson.
Otro estudio que se destacó en la conferencia, «Farra en el INSS», de Luiz Vassallo y Fabio Leite, del sitio brasileño Metrópoles. Documentó que nueve millones de pensionados sufrieron deducciones fraudulentas de sus pensiones por parte del Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS). Fueron acusados por una organización falsa a la que nunca habían pedido afiliarse, creada por empresarios que trataban directamente con el INSS. El plan sobrevivió a pesar de las 60.000 quejas de los afectados. En el momento del escándalo, las autoridades admitieron que era necesario devolver el equivalente a 750 millones de dólares. Vassallo utilizó la ley brasileña de acceso a la información pública para superar la resistencia del INSS a entregar los formularios. Esta fue la pieza que ganó el Premio Sudamericano de Periodismo de Investigación otorgado en Colpin.
En segundo lugar quedó la historia de la búsqueda de Mikelson. Luego se vinculó con otro informe explosivo: «Televisa Leaks» del equipo de Aristegui Noticias, resultado de una filtración masiva. Los periodistas analizaron más de 5.000 gigabytes de datos de una fuente anónima. Revelaron que en Televisa, la cadena de televisión en español más grande, un equipo encubierto se dedicaba a la producción y distribución de contenido falso para dañar a personas percibidas como enemigas de la empresa, o para beneficiar a sus aliados y clientes. Se identificaron 26 campañas -utilizando vídeos, guiones e imágenes manipuladas- destinadas a desprestigiar. Eran responsables de un grupo llamado «Palomar», que funcionó durante ocho años. «Un escándalo que no fue noticia», dijo en la conferencia Carmen Aristegui, en referencia al desconocimiento por parte de los medios mexicanos de lo que ella publicó. Pero Colpin no lo hizo.
En tercer lugar quedó el estudio de Nayeli Roldán desde México publicado por Animal Político. Reveló un sistema de corrupción en la compra de medicamentos durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en medio de uno de los mayores desabastecimientos de estos productos en el país. Los medicamentos eran vendidos hasta un 800% por encima de su valor, por empresas que recibían recompensas directas, en muchos casos fundadas para la ocasión. Los hallazgos surgieron de un análisis de 245 ofertas de uno de los grupos con mayores ganancias, comparando el precio pagado por cada producto con el precio real. El resultado fue más gasto público y menos medicina de emergencia. Roldán tituló su obra «No éramos Dinamarca» porque AMLO había prometido, demográficamente, que alcanzaría estándares de salud similares a los de ese país, que brinda buenos y gratuitos servicios.
En la conferencia se mostraron otras obras, cuya diversidad se puede atribuir a infinitas actividades criminales. Entre ellos, «Corrupción enlatada», de Latina Noticias, sobre el escándalo de los alimentos contaminados de Qali Warma. José María Irujo, del diario «El País», recopiló siete años de investigación que permitieron demostrar la riqueza robada a la petrolera venezolana PDVSA, que luego fue almacenada en bancos andorranos. Jaime Quintanilla, de Editorial Regional, mostró lo millonario que se ha vuelto el presidente salvadoreño Nayib Bukele, sin saber cómo. Ahora es un nuevo terrateniente. Rafael Mello, de «O’Globo», explicó cómo el régimen rojo está construyendo su fuerza política en las elecciones en el noreste de Brasil.
Desde Argentina, Claudio Savoia, de «Clarín», contó el proceso investigativo que reveló la violencia física del expresidente Alberto Fernández a su pareja Fabiola Yáñez, en la propia Casa Rosada. La publicación influyó en ella para condenarlo. En cuanto a Javier Milei, las investigaciones periodísticas aún no lo implican directamente. Emilia Delfino, de elDiarioAR, describió su búsqueda -en relación a El Clip y “La Nación”- para demostrar que la empresa de autobuses del padre de Milei recibió un subsidio gubernamental de 33 millones de dólares, del que se beneficiaron él y su hermana Karina. Ambos tienen activos no revelados por valor de 3 millones de dólares en Estados Unidos, de los cuales al menos un millón tiene un origen misterioso. No se trata de un caso de corrupción, aunque sí es un dato interesante, dada la aversión de Mileis a las subvenciones públicas.
Milei se ha visto afectada por dos escándalos que no surgieron del periodismo: el llamado $vog, una iniciativa fraudulenta de criptomonedas que introdujo -por accidente- según él, y un audio en el que alguien importante de su entorno afirma que Karina Milei cobró sobornos. Ambos casos están en manos del fiscal y al final quedará claro si el depósito fue a favor de los hermanos. En cualquier caso, desde su victoria en las elecciones parlamentarias del 26 de octubre, el presidente argentino ha adoptado un tono menos agresivo con los medios, tras insultar a sus figuras a diestro y siniestro ante la más mínima crítica. Incluso dijo la famosa frase: “No odiamos lo suficiente a los periodistas.
Nadie sabe cuánto durará el apaciguamiento de Mileis, que tiene conveniencia política. Uno de ellos que no fue lo suficientemente odiado es el gran periodista argentino Jorge Fernández Díaz. En el discurso de toma de posesión de Colpin, dijo en términos generales que los ataques de odio deberían ser bienvenidos. Eran los síntomas, añadió, de que se estaba sintiendo el poder que emitía. Entonces no habría crisis, sino éxito del periodismo. Después de lo que vi y oí en Buenos Aires, tengo la misma impresión.


