Había miles de agujeros misteriosos alineados en Perú. No sabíamos por qué hasta que un dron los vio desde el aire. – El diario andino


En las áridas colinas de Valle de Piscoen el sur de Perú, se extiende un monumento tan misterioso como preciso: una franja de casi un kilómetro y medio formada por unas 5.200 cavidades perfectamente alineadas, conocidas como el monte sierpe o la Banda de los Agujeros. Descubierto en 1931 por el geólogo. Robert Shippee y el teniente George R. Johnson durante una de las primeras expediciones aéreas sobre los Andes, el sitio desconcertó a generaciones de arqueólogos.
Hasta ahora.
Un paisaje misterioso. Durante décadas se propusieron teorías que iban desde su uso defensivo hasta la captura de niebla o el almacenamiento de agua, pero ninguna de ellas encajaba del todo.
Ahora, un nuevo estudio publicado en la Antigüedad Proporciona una hipótesis convincente desde un punto de vista que nadie había valorado: desde el aire. De esta manera, el Monte Sierpe habría funcionado como un sistema de contabilidad y trueque a gran escala, una especie de “hoja de cálculo” de los Andes prehispánicos.
La geometría que habla. El equipo internacional de investigadores, dirigido por el arqueólogo Jacob Bongers de la Universidad de Sydney, drones usados para mapear el sitio con precisión milimétrica. Imágenes aéreas reveladas una estructura organizada en unos 60 bloques o secciones, cada uno con alineaciones distintas y patrones numéricos regulares.
Algunas áreas muestran filas de nueve por ocho hoyosotros alternan entre grupos de siete y ocho. Este orden interno, ausente de cualquier lógica defensiva o agrícola, sugiere un propósito administrativo. Análisis de sedimentos extraen restos microscópicos maíz, totora y sauce (plantas utilizadas tradicionalmente para fabricar cestas y esteras), lo que sugiere que las cavidades estaban revestidas con fibras vegetales y se utilizaban para almacenar mercancías, posiblemente en paquetes o cestas trenzadas.
Del trueque local a la administración. Los investigadores creen que Monte Sierpe nació como un espacio para el intercambio entre comunidades de la sierra y la costa, un mercado organizado para equilibrar el flujo de mercancías en ausencia de moneda. En cada cavidad se podrían depositar productos (por ejemplo, maíz, coca o algodón) como representación visible del valor de un bien comparado con otro, permitiendo comparar cantidades de manera pública y transparente.
Siglos después, con la expansión del Imperio Inca, este sistema habría sido reinterpretado y ampliado. como herramienta contable para gestionar el tributo de las poblaciones locales. Cada bloque de hoyos habría correspondido a un grupo comunitario diferente, y las variaciones en número y disposición reflejarían los niveles de contribución o turnos de trabajo requeridos por el Estado Inca. En esencia, Monte Sierpe hubiera sido un registro de datos físicosuna matriz de piedra destinada a organizar la economía no escrita del mundo andino.
Un quipu tallado. El hallazgo más revelador es la similitud entre la estructura del sitio y los quipus incasel sistemas de cuerdas con nudos utilizados para registrar censos, impuestos o recursos. Uno de los quipus encontrados cerca de Pisco presenta alrededor 80 grupos de cordonesuna cifra sorprendentemente cercana a los 60 segmentos del Monte Sierpe.
Esta correspondencia sugiere que la Banda de Agujeros podría haber sido un khipu tridimensionaluna versión monumental de ese lenguaje numérico tejido, diseñada para coordinar el flujo de bienes y trabajo entre comunidades. A diferencia de las tablillas o inscripciones de otras civilizaciones, los pueblos andinos convirtieron la geografía misma en un soporte de información.
Código en el desierto. Si tú también quieres, Monte Sierpe redefine nuestra comprensión de inteligencia organizacional precolombina. Sin escritura, sin moneda y en un ambiente hostil, las sociedades andinas lograron desarrollar un método visual, modular y matemático para representar su economía. Cada agujero habría sido una celda. un gran registro vivientegestionados colectivamente, quizás acompañados de ceremonias o intercambios rituales.
Así, en su aparente sencillez geométrica, esta “hoja de cálculo” tallada en la roca revela una sistema económico avanzadobasado en la reciprocidad y el control comunitario de los recursos. Lo que para los primeros exploradores eran simples hileras de agujeros emergen ahora como el testimonio físico de una civilización que, siglos antes del contacto europeo, ya había encontrado su propia manera de convertir el paisaje en memoria.
Imagen | JL Bongers
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