José Pepe Mujica | Lucía Topolansky, la mujer que era «mucho más que una compañera» para José Mujica | Uruguay | | MUNDO




José Mujica solía emocionarse últimamente cada vez que mencionaba a su amada esposa, Lucía Topolansky, quien lo acompañó a lo largo de su vida desde los tiempos de clandestinidad y estuvo a su lado hasta su fallecimiento este martes a la edad de 89 años.
«Lucía es mucho más que una pareja», declaró el expresidente uruguayo durante una reveladora entrevista con la BBC Mundo en noviembre pasado.
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Se refirió al profundo amor y la dedicación que Topolansky le brindó a lo largo de las décadas, especialmente desde que se le diagnosticó cáncer de esófago un poco más de un año atrás, enfermedad que se diseminó por su cuerpo.
Un amor que continuó siendo inquebrantable hasta sus últimos días: «Han pasado más de 40 años a su lado y lo seré hasta el final, ese es el compromiso que hice», compartió ella poco antes de la muerte de su compañero.
Aunque nunca alcanzó la fama internacional que disfrutó Mujica, su propia historia y los momentos que vivieron juntos poseen un peso significativo en la historia del país.
«Ambiente de peligro»
Hija de un ingeniero civil y empresario de la construcción, Topolansky nació hace 80 años en un hogar de clase media y recibió su educación en una escuela de monjas dominicanas.
Su decisión de unirse a la lucha armada a finales de los años 60, luego de dejar sus estudios en arquitectura y el Gremio de Estudiantes, sorprendió a sus familiares más cercanos.
Sin embargo, no fue la única en hacerlo: su hermana gemela, María Elia, también se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T).
En este movimiento guerrillero de tendencia izquierdista, que se inspiró en la Revolución Cubana y en el Marxismo, Topolansky participó en diversas operaciones clandestinas bajo el seudónimo de «ANA».
Topolansky creció en una familia con una buena economía y recibió educación religiosa. (Getty Images).
Fue en esos años de clandestinidad cuando conoció a Mujica, quien era nueve años mayor que ella y ocupaba cargos de gestión dentro del MLN-T.
En una entrevista con la BBC, Mujica reveló que se encontraron por primera vez en septiembre de 1971, en la noche en que escapó de la cárcel de Punta Carretas, junto a otros 105 Tupamaros y algunos prisioneros comunes, gracias a un túnel que representó una de las más grandes fugas en la historia de las cárceles uruguayas.
«Estaba entre aquellos que apoyaban desde el exterior. Había un grupo que ocupó una de las casas por donde salimos del túnel», recordó. «La vi casi de manera accidental y nuestra vida continuó desde ahí (…). Era muy hermosa y joven».
Por su parte, Topolansky también había estado presa y logró escapar de una cárcel ese mismo año, atravesando las alcantarillas de la ciudad junto con 37 compañeras. Se sometió a una cirugía que le dejó marcas en el rostro para evitar una nueva captura.
Mujica fue recapturado y nuevamente huyó en 1972, momento en que comenzó su relación amorosa con Topolansky.
«Recuerdo que nos encontramos en una noche llena de peligros», confesó Mujica en una conversación con la BBC en abril de 2023. «Los humanos tienden a aferrarse a amar cuando viven en un ambiente hostil en el que la vida y la libertad están en juego constantemente».
Aunque Topolansky reconoció en una entrevista años atrás que los recuerdos de ese primer encuentro son vagos: «Es similar a las historias de guerra, donde las relaciones humanas se distorsionan porque estás en constante riesgo, puedes caer prisionero o incluso morir. No tienes parámetros de una vida normal».
Topolansky tomó un juramento cuando asumió la presidencia en 2010, en un acto cargado de simbolismo. (AFP).
Ambos fueron arrestados nuevamente en 1972, justo un año antes del golpe de estado perpetrado por el ejército. Permanezcan encarcelados, sufriendo torturas y largos períodos de aislamiento, hasta 1985, año en que Uruguay recuperó la democracia.
«Tuvimos que enfrentar condiciones extremadamente adversas», recordó Anahit Ahamanian, una militante Tupamara que fue presa de Topolansky, en un diálogo con la BBC Mundo en 2015.
Ella contó que en 1980, las hermanas Topolansky diseñaron en secreto un tapiz con la palabra «Libertad» bordada en armenio, el idioma de sus padres, a quienes se les prohibió hablar en prisión.
Lograron sacar el tapiz de la cárcel dentro de un paquete, sin que los carceleros se dieran cuenta de su contenido.
«Como abejas»
Mujica y Topolansky se reunieron nuevamente en marzo de 1985, cuando recuperaron su libertad gracias a una ley de amnistía, y desde entonces han permanecido juntos.
«Al día siguiente comenzamos a buscar un lugar para reunir a nuestros compañeros y dar inicio a la militancia», recordó Topolansky en una entrevista reciente. «No perdimos ni un minuto, porque esa siempre ha sido nuestra vocación. Ese es el objetivo de nuestras vidas».
La pareja se mudó a una casa modesta en una granja ubicada en Rincón del Cerro, en la zona rural de Montevideo, donde cultivaron la tierra y donde el ex presidente falleció el martes.
Se casaron en el año 2005 en una ceremonia íntima, cuando Mujica comenzaba a ganar popularidad en su país, aunque pocos imaginaban que llegaría a ser presidente. Esa misma noche asistieron a un mitin político.
«Nos unimos a dos utopías: la utopía del amor y la utopía de la militancia», expresó Topolansky a un documentalista en el pasado.
Curiosamente, Topolansky se enteró de su propia boda cuando Mujica lo anunció durante una entrevista en televisión: «Esa noche estaba viendo el programa y me enteré», reveló en 2024.
«En realidad, de Vine a Claudicar», comentó riendo sobre el hecho de haber vivido juntos 20 años sin casarse.
Mujica y Topolansky vivieron juntos desde que recuperaron la libertad en 1985. (AFP).
Aunque nunca tuvieron hijos, lo explican diciendo que dieron prioridad a su activismo guerrillero durante su juventud. A lo largo de los años, organizaron a otras familias en su terreno y fueron responsables de varios perros, entre ellos a Manuela, conocida como la mascota favorita de Mujica.
La militancia política siempre fue el norte de sus vidas, siendo parte fundadora del movimiento de participación popular, que rápidamente se convirtió en la agrupación más grande de la coalición de izquierda conocida como Frente Amplio.
Fue Topolansky, como la senadora más votada, quien tomó el juramento al asumir la presidencia en 2010, en un acontecimiento cargado de simbolismo dentro del palacio legislativo.
Posteriormente, lo abrazó con su brazo derecho y le besó la mejilla, sonriendo mientras celebraban el momento especial.
Después de sobrevivir a un cáncer de seno, Topolansky fue candidata para la alcaldía de Montevideo tras terminar el mandato de Mujica en 2015, aunque no logró ser elegida.
En 2017, ocupó el cargo de vicepresidenta de Uruguay tras la renuncia de un colega por el mal uso de recursos públicos, y salió al frente al asumir temporalmente el cargo presidencial en momentos en que Mujica no estaba en el país.
Lucía Topolansky y José Mujica en casa. (Getty Images).
Muchos consideran que Topolansky es menos pragmática desde el punto de vista ideológico que su esposo, quien siempre evitó comparaciones, subrayando que ambos eran simplemente diferentes en su enfoque político.
«Sí, es probable que no tenga el carisma que él posee. Eso es cierto», aceptó el ex presidente en cierta ocasión. «Pero su enfoque es metódico: como las abejas, como una gota de agua. Es un trabajador incansable, no de aquellos que realizan hazañas históricas, sino de los que levantan las bases de un cambio real».
Con la misma admiración que expresó a lo largo de su vida, Mujica contrastó la intensa pasión de una relación amorosa en la juventud con «la dulce costumbre» que representa el amor en la vejez, una forma de evitar la soledad que llega con el tiempo.
«Soy consciente», dijo en su última entrevista con BBC Mundo, «de que gran parte de lo que soy hoy se lo debo a ella».