August 27, 2025

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Ciencia y Técnología

Andalucía se ha convertido en una tierra hostil para el aguacate. Entonces, una región inesperada se está haciendo cargo: Galicia – El diario andino

Andalucía se ha convertido en una tierra hostil para el aguacate. Entonces, una región inesperada se está haciendo cargo: Galicia

 – El diario andino

En España, el aguacate ha dejado de ser un alimento exótico para convertirse en el nuevo rey de la canasta de compras. Su demanda crece sin detenerse: solo en 2023, las frutas tropicales se convirtieron en las más consumidas en el país, superando incluso los cítricos de la vida. Pero si bien la superficie dedicada al cultivo de aguacate en España ya es las 24,000 hectáreas, con andalucía en la cabeza, el Sur comienza a resentirse. Falta de agua. Hay muchas temperaturas extremas. Y los productores buscan alternativas en el norte y allí entra Galicia.

Un nuevo mapa tropical. La imagen de un aguacate no está asociada, precisamente, el verde húmedo del noroeste peninsular. Pero los datos y las experiencias reales comienzan a contar otra historia. Porque en Galicia el aguacate no solo crece: está fuertemente.

Mientras recoge Un informe de la voz de GaliciaEn la provincia de Pontevedra ya había al menos siete hectáreas cultivadas en 2022, y todo indica que esta cifra se ha duplicado desde entonces. «Es una producción muy interesante que ya se está introduciendo en muchas cooperativas galicianas», dice Higinio Mougán, director de AGACA, la Asociación Galician de Cooperativas Agrifood.

Atraído por los altos precios del mercado, y por una demanda que no deja de crecer, los agricultores gallegos como los de la cooperativa de caballos ya están apostando por esta cosecha. Sin embargo, lo hacen con cautela, ya que no todo es tan fácil como plantar y esperar para recolectar.

¿Pero es tierra de aguacates? En teoría, sí. Galicia presenta un clima blando, sin heladas prolongadas y con generosas lluvias. Características que, como El investigador de CSIC Iñaki Hormaza asegura Para el medio gallego, «se parecen más al clima originario del aguacate que al de algunas áreas de Andalucía». Lo que no significa que no haya riesgos.

Las temperaturas de más de 35º en verano, fuertes vientos costeros, pisos inundables o la posibilidad de heladas inesperadas siguen siendo factores limitantes. «No es una cosecha para lanzar sin un estudio previo», dice Pablo Porto, entrenador de Vivaz Plant, una compañía que ha desarrollado plantaciones en Baixo Miño. El terreno debe tener un buen drenaje, protegerse del viento y tener suelos profundos y aireados. Y que sin hablar sobre los desafíos de productividad, menos del 1% de las flores dan fruta, o después de la cosecha, lo que alerta el daño para la recolección forzada en días temporales.

Hay evidencia de que funciona. 300 kilómetros al este, en Asturias, la historia de Ángel Sordo y su aguacate centenario en Porrúa es casi leyenda. Plantado en 1906, este árbol todavía está en pie más de un siglo después y se considera el más antiguo de Europa. «Su copa alcanza los 30 metros de diámetro», un emblema vivo de lo que podría ser una nueva frontera agrícola.

Inspirados por este legado, empresarios como Andrés Ibarra fundaron Aguacastur para explorar el potencial del aguacate en el Cantabriano. Su descubrimiento fue revelador: miles de árboles dispersos, algunos con hasta cuatro flores por año. Y no, el frío no los mató. Gracias a la humedad ambiental, incluso las temperaturas de -5º no causaron daños graves.

«Es cuestión de tiempo que el cultivo de los aguacates en el norte se convierta en realidad», dijo Ibarra. Un cambio que se acelera a medida que el Sur pierde la viabilidad.

Una axarquía del norte. Como explicó mi compañero, la comparación no es accidental. La axarquía de Málaga ha sido la meca del aguacate en España durante décadas. Pero las sequías, la sobreexplotación del acuífero Vineyuela y las ondas de calor están cambiando el guión. ¿Es el norte, con su agua, su clima templado y su presión urbana más baja, el futuro de la fruta tropical en España?

No sería la primera vez. Galicia era la tierra de Olivos en el pasado y nadie sabe bien por qué dejó de ser.

Y ahora, ¿qué? El interés está ahí. Las plantaciones crecen. Las cooperativas están organizadas. Pero el camino de aguacate gallego, como el de cada cultivo que se aventura en nuevas tierras, no estará libre de obstáculos. El oro verde ha llegado a Galicia. Y esta vez, parece que ha llegado a quedarse.

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Redactor Andino