Catterado en el tren durante el apagón en España: «Me quedé sin leche para mi bebé» | Último | MUNDO


El viaje del tren se convirtió en una pesadilla para Catalina, atrapada con su pareja y su bebé de cuatro meses en el medio del apagón que se fue sin luz o teléfono a todos España e incluso tuvo que implorar al alcalde de una ciudad que le traía leche en polvo para su hija antes de quedarse sin los disparos necesarios.
Su testimonio refleja la angustia de miles de personas quienes, al igual que ella, fueron sorprendidos por el apagón eléctrico el lunes mientras se encontraban en trenes medianos y de larga distancia en España. Estos viajeros se vieron atrapados en un estado de incertidumbre durante horas, esperando a ser llevados a sus destinos finales o a algún lugar donde pudieran pasar la noche antes de continuar con su viaje.
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«Alrededor de treinta minutos después de que nuestro tren se detuvo, comencé a escuchar a muchas personas hablando. El gerente vino a decirnos que no había electricidad, lo que no era solo el tren, sino una situación a nivel nacional», comentó Catalina a Efe.
Con el tiempo, ella y su familia pudieron descender del tren y encontraron refugio del intenso sol en la sombra de unos olivos cercanos. La situación se volvía cada vez más tensa, y la fuerza policial militarizada española priorizó su situación, trasladando a su familia primero a un aeropuerto casi desierto y luego a la estación de tren en un autobús.
«Mi preocupación era que no tenía leche en polvo para mi hija. El alcalde de una ciudad cercana, llamado Juan Carlos, llegó y le rogué que fuera a una farmacia a comprarla, porque era mi única oportunidad. Salió, y finalmente logró conseguirlo», relata con alivio.
Al llegar a la estación de tren, se encontraron con un taxista que debía regresar a Toledo y les ofreció llevarlos. Aunque era una solución de emergencia, era más que aceptable, ya que esto significaba que podrían quedarse con la hermana de Catalina, quien los recibió durante la noche. Finalmente, lograron llegar a su destino alrededor de las once de la noche, después de haber vivido una odisea de doce largas horas.
Por otro lado, Anna, una mujer joven que volvía a Barcelona desde Madrid, se detuvo a 25 kilómetros de Zaragoza. «Nos mantuvieron dentro del tren durante un largo tiempo, pero hacía un calor insoportable. Después de dos horas y media, finalmente abrieron las puertas y pudimos tomar aire fresco», comentó a Efe.
En su caso, los pasajeros se organizaron para recolectar dinero y enviarlo con unos voluntarios hacia la ciudad más cercana en busca de provisiones, especialmente después de que las botellas de agua que habían llevado se agotaron.
«Una hora más tarde, regresaron con agua y galletas. Descargaron la mitad en un extremo del tren, y entre los pasajeros formamos una cadena humana para pasar las botellas y distribuir todo», explica Anna.
También recibieron apoyo de algunos pueblos cercanos, quienes se acercaron con pan y salchichas para ayudar a los viajeros.
Finalmente, alrededor de las once de la noche, fueron remolcados por una locomotora que los llevó, por fin, a la estación de Zaragoza, que estaba llena de personas en la misma difícil situación.
Anna tuvo suerte, ya que una antigua compañera de trabajo en Zaragoza le prestó su coche para llegar a Barcelona. Su viaje terminó diecisiete horas después, a eso de las cinco de la mañana, cuando pudo aparcar finalmente en su casa.