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Cónclave | ¿Cuáles son las características de la Iglesia Católica que se enfrentan en el Cónclave (y qué papel jugará la herencia de Francisco) | MUNDO

Cónclave | ¿Cuáles son las características de la Iglesia Católica que se enfrentan en el Cónclave (y qué papel jugará la herencia de Francisco) | MUNDO

La elección del sucesor de Papa Francisco es un momento crucial para la Iglesia Católica, que no solo involucra decisiones políticas, sino también la continuación de ritos religiosos trascendentales. Esta elección es el resultado de un proceso minucioso en el que participan votantes selectos, un grupo de eminentes sacerdotes que, según la doctrina católica, actúan bajo la guía de la inspiración divina.

Cuando se anuncia al nuevo pontífice, los diversos grupos de cardenales que componen el cónclave, cada uno con intereses particulares, deben establecer alianzas y acuerdos a lo largo de todo el proceso. Esta dinámica puede ser tanto compleja como fascinante, dado que el cónclave no es un mero acto ceremonial, sino un evento cargado de significado y deliberaciones intensas.

Mira: ¿Quiénes son y qué influencia tienen los cardenales latinoamericanos en el proceso para elegir al nuevo Papa?

Durante el cónclave, los 135 Cardenales que tienen derecho a votar, hasta los 80 años, se encierran en la Capilla Sixtina, donde se realizarán las votaciones. Iniciarán así un proceso lleno de convergencias y desacuerdos, muchos de los cuales se han gestado en reuniones previas o contactos informales a lo largo de días, semanas e incluso meses. La dinámica de estas interacciones marcará el tono de la elección.

La reunión secreta comenzará el 7 de mayo, y se esperan nuevas posiciones luego de que se cuenten los resultados de cada ronda de votación. En el cónclave, el nuevo Papa solo puede ser elegido si dos tercios de los votantes están de acuerdo en el mismo nombre. Este proceso puede incluir momentos de reflexión y debate entre los cardenales, quienes son conocidos por su vestimenta roja, simbolizando su importante papel en la Iglesia.

Según el teólogo y periodista Zamagna, «como el Papa estaba muy enfermo y anciano, es natural que los participantes del cónclave hablen con discreción sobre posibles sucesores y realicen encuestas orales». A veces, aunque este poder eclesiástico se mantiene oculto, algunos cardenales ofrecen pequeñas pistas a sus amigos más cercanos.

«Francisco desea que su futuro sucesor se alinee con él; no es únicamente un deseo personal, sino una aspiración de una tendencia», afirma el teólogo e historiador Gerson Leite de Moraes, profesor de la Universidad Presbiteriana de Mackenzie. «Se ha realizado un trabajo político para asegurarse de que el viento del cambio continúe soplando tras su muerte».

Sin embargo, esta visión de la sucesión como un juego de facciones amiga de la política no es unánime dentro de la iglesia. El sociólogo Francisco Borba Ribeiro Neto, director del periódico O São Paulo, argumenta que «imaginar [el proceso] como una gran asamblea donde los diputados eligen a su presidente […] No es adecuado”, según sus declaraciones a la BBC.

En su opinión, los cardenales buscan consenso sobre la «propuesta eclesial» más urgente para el mundo de hoy y, al analizar la situación, observa dos líneas principales: por un lado, «la gran demanda de los sectores conservadores»; por otro, «la necesidad de una iglesia más inclusiva, que ame a los excluidos y aquellos que sufren».

«No creo que podamos considerar el proceso de sucesión del Papa como una división entre líneas o facciones. Así es cómo se dan las cosas», explica.

Sucesor natural?

Los Cardenales Pietro Parolin, Luis Antonio Gokim Tagle y Robert Francis Prevosts se encuentran entre los favoritos que le ocurren a Francisco. (Getty Images).

Dado que 108 de los 135 Cardenales elegibles fueron nombrados por el propio Papa Francisco, es natural pensar que su facción será la más poderosa en el cónclave. Pero, ¿es esto realmente un dato relevante?

No hay consenso entre los expertos y las figuras religiosas de la jerarquía católica sobre la homogeneidad de los nominados por Francisco, porque no todos comparten su visión, y muchos rechazan la idea de que la selección se base únicamente en criterios políticos o circunstanciales.

«No está claro si los Cardenales serán leales a un proyecto iniciado hace 12 años. El mundo ha cambiado significativamente desde entonces. La Iglesia ha avanzado, pero los movimientos reaccionarios también han encontrado su camino», señala Moraes.

Existen matices que deben ser considerados. Aunque algunos nombres están estrechamente vinculados a Francisco, como Matteo Maria Zuppi o Luis Antonio Tagle, los expertos coinciden en que no dejó un sucesor evidente, a diferencia de lo que sucedió con Benedict XVI, a quien muchos veían como el sucesor de Juan Pablo II.

“Francisco ha nombrado a más cardenales que las papas anteriores, lo que influirá en la sucesión” dice Zamagna. «Pero no creo que el Papa estuviera planeando la sucesión de manera maquiavélica, como si se tratara de un tablero de ajedrez. Hizo lo que consideró necesario. Nunca fue su intención incriminar a otros, sino pensar en el bien de la iglesia y su comunidad».

Mantener las reformas

También entre los favoritos se encuentra el cardenal de Ghana Peter Appiah Turkson, considerado muy cerca del difunto Francisco. (Getty Images).

Lidice Meyer Pinto Ribeiro, profesora en la Universidad Lusophone en Portugal, autora del libro «Christianity in Femen», argumenta que «Francisco espera que su sucesor mantenga sus reformas y continúe su legado». No obstante, subraya que la Iglesia no se basa exclusivamente en la «fiesta de Francisco», ya que existen facciones conservadoras que विरोधan con firmeza las medidas adoptadas en los últimos años.

El teólogo y escritor Frei Betto ve la situación con cautela, describiéndola como «impredecible». Para él, «no todos los cardenales nombrados por Francisco comparten una visión progresista», lo que se refleja en su criterio de selección, que no contempló la sucesión como un objetivo en sí mismo. En cambio, Betto explica que su enfoque consistió en proporcionar a diferentes regiones del planeta obispos para que llevaran el título de cardenal, un papel puramente honorario.

«El Papa Argentino también nombró cardenales conservadores, creyendo que era crucial respetar el consenso de los obispos locales. Nunca designaría a un progresista en un país con un episcopado predominantemente conservador», añade.

El sociólogo Ribeiro Neto también destaca que los criterios de Francisco para elegir a los cardenales «no parecen haber sido la línea pastoral, sino más bien la idea de descentralización», desafiando la tradicional estructura italo-céntrica y luego eurocéntrica de la Iglesia.

Dentro de la iglesia también hay oposición a los cambios impuestos por Francisco: que la oposición es dirigida al cardenal estadounidense Raymond Leo Burke. (Getty Images).

Al momento de la elección, cuando Francisco se convirtió en Papa, había 28 cardenales italianos; actualmente, solo quedan 17. Esto muestra cómo ha cambiado el panorama eclesiástico bajo su pontificado.

«No nombró a todos los cardenales a su imagen y semejanza», coincide Moraes, destacando que «Francisco respetó el trabajo de otras tendencias».

Ejemplos de cardenales conservadores designados por Francisco incluyen a Marcello Semeraro de Italia, Fernando Natalio Chomali Garib de Chile, y Carlos Castillo Mattasoglio de Perú. El antropólogo Pinto Ribeiro también menciona a Fridolin Ambongo, oriundo de la República Democrática del Congo. En el listado de cardenales propuestos por Benedict XVI se encuentran figuras firmes de la oposición, como el estadounidense Raymond Leo Burke y el guineano Robert Sarah.

La facción conservadora en la jerarquía eclesiástica, aunque escasa en cantidad, es muy vocal. Entre los representantes estadounidenses, el cardenal Burke se ha consolidado como un destacado crítico del Papa Argentino, liderando la oposición al cambio promovido por Francisco. «Todos somos conscientes de que hay cardenales que desaprueban las reformas impulsadas por Francisco», menciona Zamagna.

El propio Francisco tiene pleno conocimiento de esta disidencia, tanto que ha tomado la decisión de desalojar a Burke de su residencia en el Vaticano y ha limitado sus funciones dentro de la curia romana.

Esta ha sido la estrategia clave de Francisco para dirigir la iglesia en medio de divisiones y disidencias: colocar a sus aliados en posiciones estratégicas y asegurarse de que sus opositores tengan menos influencia y poder dentro de la organización eclesiástica.

El proceso electoral

Los cardenales y los obispos pueden ser reconocidos por sus vesimentos. (Getty Images).

Gráfico que muestra la robustez de los sacerdotes. (Getty Images).

Aunque los nombres alineados con Francisco son la mayoría, los analistas creen que si en las primeras rondas de votación aparece un candidato opuesto que logra aglutinar a quienes no están de acuerdo con el modelo de Francisco, este candidato podría ganar con un mensaje que proponga un retorno a las tradiciones. El panorama es complejo y podría estar influenciado por un trasfondo político que busca un regreso a posicionamientos más conservadores.

Francisco ya enfrentó una oposición que cuenta con el apoyo de sectores de extrema derecha alrededor del mundo. Sin duda, hay muchos católicos que anhelan un retroceso hacia una tendencia más conservadora, lo que acentuará la relevancia de este cónclave en relación a cómo se configurará la Iglesia Católica en los años venideros, según moraes, profesor en la Universidad Presbiteriana Mackenzie.

«¿Podría consolidarse una coalición reaccionaria en torno a algún candidato de oposición? Es posible», añade con preocupación.

El mismo Papa Francisco, en su autobiografía «Esperanza», recientemente publicada, mencionó que el proceso de escrutinio usualmente incluye una primera ronda marcada por la «cortesía», donde se vota por un amigo o una figura respetada. «Luego se establece un mecanismo bien conocido: cuando hay múltiples candidatos fuertes, los votantes indecisos, como fue mi caso, optan por aquellos que no tienen posibilidades de ganar en esa primera ronda. Esto se traduce en votos que depositan expectativas en los candidatos, esperando que la situación se clarifique con el tiempo», explicó, narrando su experiencia de la elección en 2013.

En el primer día del cónclave, se realiza un único voto. Desde el segundo día, se efectúan dos: uno por la mañana y otro por la tarde. A partir de esas votaciones, ciertos nombres comienzan a ganar fuerza, hasta que una amplia mayoría se decida y elige a la nueva figura religiosa que ocupará el papel de Papa.

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Redactor Andino