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Cónclave | Quien era Gregorio X, el Papa cuya elección duró 3 años y condujo a la creación del cónclave | Papa Francisco | Vaticano | Iglesia Católica | MUNDO

Cónclave | Quien era Gregorio X, el Papa cuya elección duró 3 años y condujo a la creación del cónclave | Papa Francisco | Vaticano | Iglesia Católica | MUNDO

El cónclave que elegirá al sucesor de la Papa Francisco ha establecido sus reglas básicas hace siglos, creando un proceso que resuena en la historia de la Iglesia Católica.

La figura clave en el establecimiento de este protocolo fue el Papa Gregorio X, quien determinó que los Cardenales, encargados de seleccionar el líder de la Iglesia, debían encerrarse y aislarse del mundo exterior. Este aislamiento es fundamental para tomar decisiones tan trascendentes.

Mira: ¿Quiénes son y qué influencia tienen los cardenales latinoamericanos en el proceso para elegir al nuevo Papa?

Aunque las reglas que instituyó han experimentado modificaciones a lo largo de los siglos, su esencia ha perdurado hasta nuestros días. Esto demuestra la relevancia histórica y el peso de sus decisiones.

Aunque su pontificado fue breve—solo cinco años, del 1271 al 1276—Gregorio X se convertiría en una figura clave en la historia de la Iglesia. Para entender su legado, es crucial analizar el contexto de su tiempo.

Una iglesia dividida

A mediados del siglo XII, el cristianismo enfrentaba una profunda división, con tensiones persistentes que serían un factor clave en la elección de papas. Desde el siglo XI, la dinámica entre el papado y el imperio, encabezado por Carlomagno, se tornó crítica.

«El Papa y el emperador del Sacro Imperio Romano mantuvieron un pulso por el liderazgo del cristianismo», explica Alejandro Rodríguez de la Peña, profesor de historia medieval en la Universidad CEU San Pablo de Madrid. A lo largo de los siglos, las confrontaciones entre emperadores y papas llegaron a ser incluso militares, ejemplificándose con la excomunión del último gran emperador, Federico II.

La situación se complicaba con la unificación de Francia y la conquista de Italia del Sur, lo que contribuyó a un panorama internacional sumamente complejo, dice Rodríguez de la Peña. Este caos era el telón de fondo cuando el Papa Clemente IV falleció el 29 de noviembre de 1268 en Viterbo, entonces parte de los Estados Pontificios, en lo que hoy conocemos como Italia.

Con el fallecimiento de un Papa, la tradición establece que los Cardenales deben trasladarse al lugar de su muerte para elegir un nuevo líder.

Será el cónclave que designa al sucesor del Papa Francisco. (Getty Images).

Sin embargo, los Cardenales se dividieron en dos facciones, reflejando las tensiones de la época. Un grupo italiano, alineado con los intereses del Imperio, conocido como los Gibelinos, se oponía a los cardenales franceses, los Güelfos, que cuestionaban el inmenso poder del Santo Imperio sobre la Iglesia.

Esta rivalidad provocó que los meses pasaran sin que se llegara a un consenso y ningún candidato lograra la mayoría calificada necesaria, lo cual prolongó el cónclave. Este evento se convertiría en el más largo en la historia de la Iglesia, extendiéndose por casi tres años.

Ante la frustración de la falta de decisiones, los concejales de Viterbo decidieron encerrar a los Cardenales en el palacio donde se encontraban reunidos, limitando incluso su acceso a comida diaria para forzarlos a llegar a un acuerdo.

La idea de que los Cardenales deben estar aislados para elegir el nuevo Papa nacieron en la Edad Media. (Getty Images).

Un «personaje menor»

Al final, el elegido resultó ser Teobaldo Visconti, un archidiácono que no había sido ordenado sacerdote en ese momento. Se encontraba en San Juan de Acre, en la actual Siria, participando en la cruzada contra los musulmanes. Aunque no tenía ordenación, había trabajado con muchos cardenales franceses y poseía contactos significativos. Esto sugiere que podría haber sido visto como un candidato de compromiso, afirma el historiador español.

No obstante, su elección no cerró de inmediato el interregno en la iglesia, ya que Visconti tardó meses en regresar de Tierra Santa y necesitaría ser ordenado en Roma antes de su coronación. Sin embargo, una vez que ascendió al trono de San Pedro, Gregorio X mostró ser un papa independiente que no se dejó presionar y se convirtió en un líder respetado.

Su pontificado fue marcado por el deseo de sanar las heridas internas de la Iglesia y buscar la unión con la Iglesia ortodoxa. Además, subrayó la importancia de culminar las cruzadas. Sin embargo, su legado más importante tiene que ver con la configuración del sistema electoral del papado.

Un sistema más estricto

Gregorio X intentó afirmar la independencia de la Iglesia frente a los «poderes terrenales», promulgando la bula Ubi periculum en el Concilio de Lyon de 1274.

Rodríguez de la Peña explica que «la bula busca aislar a los Cardenales de las influencias perniciosas del njero y de las presiones de los gobernantes» que buscaban controlar una institución tan vital en la época medieval como era el papado.

La tumba del Papa Gregorio X está en la Catedral de Arezzo, Italia. (Getty Images).

Esta bula estableció reglas estrictas que obligaban a los Cardenales a permanecer vigilados y totalmente aislados en el palacio de Viterbo donde murió el Papa. Además, podían dejar el lugar solo en caso de enfermedad y únicamente después de que se había seleccionado a un nuevo líder.

Los Cardenales debían vivir en comunión, separados solo por telas, durante la duración del cónclave. A partir del tercer día, su dieta se limitaba a un solo plato diario, y al octavo día solamente podían consumir pan y agua.

Estas disposiciones endurecieron la vida de los Cardenales durante el cónclave, en un esfuerzo aparente de Gregorio por incentivar un consenso y evitar las extensas demoras que habían caracterizado su propia elección.

Además, Rodríguez de la Peña señala un aspecto teológico interesante: «La idea es que la falta de presiones externas le permita a los Cardenales escuchar más claramente la voz del Espíritu Santo y tomar ainsi una decisión que sea verdaderamente inspirada».

Gregorio X falleció en 1278 y fue beatificado en 1713. Aunque algunos de sus mandatos más estrictos fueron suavizados por papas posteriores y otros quedaron en desuso, la esencia de su enfoque de aislamiento durante la selección de un nuevo Papa ha perdurado a lo largo de los siglos y se manifestará nuevamente en el próximo cónclave que elegirá al sucesor del Papa Francisco.

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Redactor Andino