crear categorías mentales como niño pequeño – El diario andino



Para muchos dueños de perros, la capacidad de su mascota para comprender palabras como ‘Ball’, ‘Paseo’ o ‘Chuche’ es una razón de asombro. Pero ahora lo que los perros pueden entender un nuevo salto, para pasar a la compresión que va más allá de asociar un sonido con un objeto específico. Algo que Un estudio Publicado en la biología actual, ha visto después de su investigación, donde han concluido que los perros pueden tener capacidades de comunicación hasta ahora reservadas para los humanos.
La investigación. El estudio ha sido dirigido por Claudia Fleet Un grupo excepcional de perros conocido como ‘aprendiz de palabras superdotadas’.
Algunos perros que no son comunes en absoluto, ya que tienen un talento extraordinario para aprender los nombres de los objetos, con vocabularios que van de 29 a más de 200 palabras, una, le permite aprender nombres de objetos rápidamente en interacciones juguetones con sus propietarios.
Aprendiendo las reglas. Para saber si los perros pueden ir más allá del simple reconocimiento visual, los investigadores diseñaron un ingenioso experimento de cuatro fases. El primero se centra en los perros que aprenden lo que tendrán que hacer. Para hacer esto, los propietarios les enseñaron a sus perros dos etiquetas verbales para dos grupos de juguetes. Por ejemplo, a un conjunto de cuatro objetos se les asignó la etiqueta ‘Throw’ y la única interacción fue el juego de la tira y se afloja.
Otro conjunto de cuatro juguetes recibió la etiqueta de «lanzamiento», y con ellos solo se jugó para lanzarlos para que el perro los trajera. Lo crucial en este caso es que los juguetes dentro de cada categoría no compartían ninguna característica física sistemática. Lo único en común era la etiqueta y la forma de jugar con ellos.
El examen. La segunda fase era verificar si los perros habían llegado a comprender bien las reglas que se habían enseñado previamente. Ocho perros excedieron la prueba con éxito, recuperando el juguete correcto con al menos 12 de 16 intentos.
Nuevos juguetes. La tercera fase fue indudablemente fundamental y es el ‘kit’ del asunto. Aquí los propietarios introdujeron juguetes completamente nuevos para perros y durante una semana jugaron con ellos de las dos maneras ya establecidas anteriormente, pero con una regla muy estricta: no se pudieron usar etiquetas verbales de ‘lanzar’ o ‘lanzamiento’. Los perros solo experimentaron el papel del juguete, sin que nadie dijera su nombre o por lo que lo estaban usando.
La prueba de fuego. Una vez que se hicieron todas estas fases, solo quedaron estos nuevos juguetes (con los que había jugado sin nombrarlo) con otros juguetes familiares. El dueño de otra habitación para no dar pistas visuales le pidió al perro ‘traerme un’ lanzamiento/lanzamiento ‘. El perro en ese momento tenía que deducir a qué juguete nuevo se refirió el propietario con esta instrucción, basada únicamente en la función que había experimentado anteriormente con él.
Resultados. Los perros seleccionaron el nuevo juguete correcto, con el que habían jugado de la manera correspondiente a la etiqueta, con una frecuencia muy por encima del azar. En un promedio de 48 intentos, los perros golpearon 31 veces.
Esto demuestra claramente que los perros no se limitaron a aprender los nombres de los objetos individuales. En cambio, crearon dos «categorías mentales» basadas en la función de los objetos: uno para ‘lanzar’ juguetes y otro para ‘lanzamiento’. Cuando se encontraron con un juguete nuevo y sin nombre, pudieron asignarlo a la categoría correcta en función del uso que se dio.
Esta capacidad de generalizar una etiqueta a objetos funcionalmente similares, ignorando las diferencias de apariencia, es un pilar fundamental del desarrollo del lenguaje en los niños. De hecho, esta habilidad emerge en niños jóvenes y preescolar, que aprenden a comprender que tanto una taza de cerámica como un vidrio de plástico pertenecen a la categoría de ‘vidrio’ porque ambos sirven para beber.
La importancia. Este estudio es pionero especialmente para demostrar que una especie no lingüística puede realizar una clasificación funcional vinculada al aprendizaje de las etiquetas verbales, y lo hace en un contexto de juego naturalista y sin tener que someterse a muchas repeticiones en un entorno de laboratorio.
Hasta ahora se podría pensar que los perros trabajaban a través de la percepción, pero este estudio llega a cambiar esta idea que tuvimos. En este caso, el hecho de que los animales clasifiquen el mundo principalmente por características perceptibles como la forma o el color se ve desafiado. Estos perros se basaron en la ‘utilidad planificada’ del objeto.
De esta manera, los perros GWL están emergiendo como un modelo animal sin precedentes para investigar precursores de cognición relacionados con el lenguaje en condiciones ecológicamente válidas, ofreciendo paralelos con el aprendizaje infantil.
Abre una puerta. Los autores mismos señalan que esta habilidad es, por ahora, exclusiva de estos perros «dotados» y no debe generalizarse a toda la población canina. Sin embargo, abre la puerta para investigar si esta capacidad es latente en otros perros y qué mecanismos cognitivos lo respaldan.
Imágenes | Tadeusz Lakota
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