El aceite moderno no inventó nada. China ya extrajo gas natural hace 2.000 años y lo transportó por tuberías de bambú


Es posible que muchos piensen que la moderna industria del petróleo y gas, con su compleja infraestructura de plataformas, pozos profundos, sistemas de bombeo y extensas redes de distribución, sea un desarrollo que emergió en el siglo XIX, estrechamente ligado a la industrialización del occidente. Aunque esta perspectiva no está del todo equivocada, la realidad es que en la antigüedad ya había una nación que había logrado avances técnicos notables en la perforación, extracción y transporte de recursos energéticos de manera sorprendentemente sofisticada. Esa nación era China, que hizo esto más de mil años antes de que Edwin Drake perforara el primer pozo de petróleo comercial en 1859.
Antes del crudo. Como hemos mencionado, el imaginario colectivo suele situar el inicio de la explotación de hidrocarburos en la revolución industrial del siglo XIX; sin embargo, la historia nos revela que las civilizaciones antiguas ya habían desarrollado técnicas de extracción de energía que eran sorprendentemente avanzadas. En la provincia china de Sichuan, mucho antes de que se perforaran los primeros pozos comerciales en Estados Unidos o Rusia, comunidades enteras perforaron la tierra para acceder a salmuera y, posteriormente, gas natural.
La búsqueda de sal, un recurso vital para la conservación de alimentos y la nutrición humana, llevó a ingenieros chinos a idear sofisticados sistemas de perforación que operaban con torres de bambú, poleas, plataformas de salto y herramientas metálicas especializadas, que guardan muchas similitudes con las utilizadas en la industria petrolera moderna.
Desafiando su tiempo. Los pozos, que comenzaron durante el Período de los reinos en combate (480–221 a.C.), lograron profundidades de hasta 250 metros en la Dinastía Tang y superaron el kilómetro en el siglo XIX, mucho antes de que Occidente pudiera siquiera imaginar tales logros. Para cada fase del proceso, utilizaban diferentes brocas (cabezas de cola de pez, plata o lingote de herradura) adaptadas al tipo de roca específica en cada sitio de perforación.
Asimismo, desarrollaron soluciones para resolver problemas como piezas dañadas o colapsos de pozos, utilizando tecnologías ingeniosas como tubos de bambú alargados con válvulas de aleta, cementos hidráulicos elaborados a partir de aceite de tung, y dispositivos de obturación fabricados con paja expandida. Hacia el año 1050, la introducción de cables de bambú flexibles permitió alcanzar mayores profundidades y ofreció una operación más simple. Para 1835, el pozo de Shenghai alcanzó oficialmente los 1,000 metros de profundidad, un verdadero hito a nivel mundial.
Del subproducto al tesoro energético. Todo cambió en un momento crucial. Durante las operaciones de perforación en busca de salmuera, los trabajadores comenzaron a encontrar bolsas de gas natural, que inicialmente eran consideradas peligrosas o inútiles. Con el tiempo, este gas (principalmente metano, a menudo mezclado con sulfuro de hidrógeno) se reconoció como un valioso recurso energético que se utilizaba para iluminar, calentar, y sobre todo, para alimentar las calderas que se encargaban de evaporar la salmuera.
Esta transformación resultó esencial cuando la deforestación dificultó el uso continuo de la leña como principal fuente de energía. Esto impulsó la invención del llamado tambor kang lápiz, que permitió la extracción y separación simultáneas de gas y salmuera, así como la creación de carburadores primitivos que mezclaban el gas con aire para lograr una combustión más eficiente. A su vez, los antiguos perforadores incorporaban ya rudimentos de geología, ubicando los pozos de gas en áreas altas y los de salmuera en valles, de acuerdo con la formación de bolsas subterráneas.
Red industrial sin igual. A lo largo de los siglos, la región se pobló de torres de bambú, embarcaciones mercantes y una extensa infraestructura que comprendía cientos de kilómetros de tuberías completamente construidas de bambú. Lejos de ser rudimentarias, estas tuberías estaban selladas con precisión usando cemento de aceite de tung y cuerda trenzada, lo que las hacía sorprendentemente estancas y duraderas.
Para ofrecer una idea más clara, en la década de 1950 aún estaban en funcionamiento más de 95 km de estos conductos. Este complejo sistema transformó a Zigong y otras ciudades en centros industriales, comerciales y culturales. La operación fue tan extensa que requería cambios constantes y contratos legales escritos, que pueden considerarse unos de los primeros en la historia de China, para organizar los recursos y tareas de manera eficiente.
Histórico y legado. La escala y sofisticación del campo de gas de Sichuan eclipsó las operaciones premodernas de Europa o Asia Central, como las de Nápoles o Bakú. Más allá del volumen producido, lo más notable fue la continuidad y eficiencia del propio sistema. Incluso en la actualidad, la región produce aproximadamente 30,000 millones de metros cúbicos de gas anualmente, muchos de los cuales provienen de pozos perforados hace siglos.
A pesar de este notable legado, la labor sigue siendo peligrosa; en 2003, una explosión de gas cerca de Chongqing resultó en la muerte de 233 personas y dejó a 9,000 intoxicadas. Sin embargo, la experiencia acumulada durante casi 2,000 años ha ayudado a prevenir desastres de mayor magnitud. Este legado técnico y humano se preserva en el museo de Historia de la Sal en Shanxi, donde se conservan herramientas originales y modelos detallados que documentan esta hazaña industrial, increíblemente avanzada para su época.
Además, la historia de Sichuan no solo reescribe los orígenes del petróleo y gas, sino que redefine nuestras ideas sobre lo que las civilizaciones antiguas eran capaces de lograr.
Imagen | Thomas depende de, Cseg
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