«En las redes gana la que cuenta mejor la historia, no solo la que dice la verdad», de Carol Núñez Vélez | PERÚ – El diario andino

Por Carol Núñez Vélez
Comunicador y psicólogo
Vivimos en la era del sobre, en la que cualquier persona con acceso a un teléfono celular puede convertirse en una fuente, periodista, analista y juez. Pero, en medio de este flujo constante de publicaciones, videos y tweets, se oculta una amenaza silenciosa y peligrosa: la manipulación intencional de la información.
En las redes sociales, la verdad generalmente se moldea, edita y distorsiona según los intereses personales o colectivos. No son solo noticias falsas en el estilo clásico, sino de una manera de manipulación más sutil: tergiversación. Las personas que toman un hecho real, lo sacan de contexto, lo adornan con emociones o lo mezclan con la mitad de las verdades, para construir una narrativa que los beneficie.
Esto no sucede solo en política, aunque aquí es donde más muestra. También ocurre en conflictos personales, en debates sociales, en discusiones sobre deporte, salud, economía, cultura. Un corte de video, una captura de pantalla fuera de contexto, un titular sesgado y, de repente, la opinión pública gira a donde quería el manipulador.
El objetivo? Gane a los seguidores, delegitimen al otro, obtenga simpatía, viralice, evite las responsabilidades. La lógica es simple: en las redes que cuenta mejor la historia, no solo la que dice la verdad.
Y lo más preocupante es que estas estrategias funcionan, porque apelan a las emociones, para confirmar los prejuicios, la inmediatez. Salimos antes de verificar, compartimos antes de comprender, juzgamos antes de escuchar. Por lo tanto, aquellos que manipulan la información, además de no ser castigados, son recompensados con visibilidad.
Ante esto, una ciudadanía digital más crítica es urgente. No es suficiente saber cómo usar las redes, debe aprender a leer entre líneas, sospechar las verdades absolutas, para verificar las fuentes. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de vivir no en un mundo de información gratuita, sino en un teatro en la sombra, donde la realidad se convierte en una mera excusa para contar una historia conveniente.
Porque cuando la verdad se convierte en una herramienta para su propio beneficio, lo que está en juego no es solo la credibilidad de una persona. Nuestra capacidad colectiva para comprender el mundo está claramente en juego.