España quiere demostrar que puede vivir sin armas nucleares. El problema es que todavía está probando cómo – El diario andino

España vive un momento decisivo en su política energética. Mientras el Gobierno defiende un cierre ordenado de las centrales nucleares y confía en un sistema digital experimental para estabilizar la red, las grandes eléctricas Advierten que la transición Está siendo más rápido que seguro. En el epicentro de esta tensión está Almaraz, la central extremeña que se niega a apagar sus reactores y que ha vuelto a dividir a técnicos, políticos y vecinos.
El dilema nuclear. El cierre de la central nuclear de Almaraz, en Cáceres, está fijado oficialmente para 2027 y 2028, pero el debate sobre su futuro ha vuelto con fuerza. Iberdrola, Endesa y Naturgy acordó presentar al Ministerio para la Transición Ecológica una petición formal para ampliar su actividad hasta 2030. Lo harán, afirman, por «responsabilidad con el suministro» tras los fallos de tensión registrados en las últimas semanas que «reactivaron el riesgo de apagón».
Las empresas, por el momento, han renunciado a pedir reducciones de impuestos. Su mensaje es diferente: España, sostienen, no está preparada para desconectarse del átomo. «La energía nuclear es el escudo anti-apagón del sistema», afirma el director general de Iberdrola España. Sin embargo, el Gobierno no se mueve. La ministra para la Transición Ecológica, Sara Aagesen, ha reiterado el compromiso con el calendario de cierre acordado en 2019, que prevé el apagón nuclear entre 2027 y 2035. Sólo si no se cumplen tres condiciones: seguridad, garantía de suministro y coste cero para el contribuyente, el Ejecutivo reconsideraría su posición.
Un modelo en prueba. El núcleo de la controversia no es sólo político, sino también técnico. El plan del Ejecutivo pasa por sustituir la estabilidad que ofrecen las centrales nucleares y térmicas por un sistema digital de control de tensión y frecuencia basado en renovables. En teoría, los parques eólicos y solares podrán simular la inercia eléctrica (la capacidad de resistir cambios repentinos de frecuencia) utilizando electrónica avanzada. En la práctica, el modelo aún se encuentra en fase de prueba.
Según Noticias de EnergíaRed Eléctrica (REE) está desarrollando nuevas herramientas de control para integrar la generación no síncrona, pero aún sin una validación completa. Además, los nuevos algoritmos de control digital no se han probado a escala nacional y aún no se ha demostrado su fiabilidad a alta potencia. Fuentes del Ministerio de Transición Ecológica citado por El Periódico Admiten que la plena estabilidad del sistema «sólo será posible cuando todas las plantas renovables estén sincronizadas digitalmente con el operador», un proceso que -reconocen- «todavía llevará tiempo».
La red bajo vigilancia. Consciente de estos riesgos, la CNMC aprobó una modificación de emergencia de los procedimientos operativos (OP 3.1, 3.2, 7.2 y 7.4) para reforzar la estabilidad del sistema. En la práctica, son normas que determinan cómo debe reaccionar Red Eléctrica ante las variaciones de tensión y frecuencia, y le permiten actuar con mayor flexibilidad en momentos de riesgo.
Sin embargo, no todo salió según lo planeado. Como explica en sus redes el experto en energía Joaquín CoronadoLa CNMC frenó la aprobación completa de la OP 7.4 al detectar que el nuevo modelo requería respuestas imposibles de cumplir para muchas plantas convencionales. Varios generadores alegaron que una reacción demasiado rápida podría dañar las máquinas o generar oscilaciones adicionales, algo que reconoció la CNMC en su resolución. El regulador pidió a Red Eléctrica «intensificar la coordinación y flexibilizar temporalmente los requisitos», dejando claro que el problema no era de inercia, sino de velocidad de respuesta.
Un pulso del tiempo. La propuesta de las eléctricas de prorrogar el primer reactor de Almaraz hasta 2030 y el segundo hasta 2029, daría tres años más al calendario actual. Sin embargo, el Consejo de Seguridad Nuclear exige que se presente la documentación antes del 1 de noviembre para iniciar el proceso de desmantelamiento.
En paralelo, el Gobierno de Extremadura ha anunciado que reducirá a la mitad la “ecotasa” autonómica si la planta sigue operativa, un gesto que el Ejecutivo central ve con recelo. «Los contribuyentes no pueden pagar más por mantener una planta que tuvo que cerrar», recordó el delegado del Gobierno en Extremadura, José Luis Quintana, en declaraciones a Canal Extremadura.
Movilización en las calles. Mientras el debate técnico y político se enreda, los vecinos de Almaraz salieron a las calles. El pasado mes de marzo, cientos de personas marcharon bajo el lema “Sí a Almaraz, sí al futuro”, en una protesta apoyada por alcaldes de municipios cercanos y asociaciones del sector nuclear. En sus argumentos defienden su posición a favor de la energía nuclear por miedo a la pérdida de empleos, al éxodo de población y a la caída de la economía local.
Pero no todos comparten ese entusiasmo. Ecologistas en acción Criticó la presencia de autoridades locales en la protesta. y pidió acelerar una “transición justa” que genere alternativas de empleo. “No se puede seguir vinculando el futuro de una región a una industria que promueve riesgos ambientales y para la salud”, dijo la organización en un comunicado.
Europa mira a España. Mientras Francia y Bélgica alargan la vida de sus reactores hasta 2060, España se mantiene firme en su cierre nuclear. El fondo de Enresa para desmantelar las plantas tiene un déficit de 11.600 millones de euros. Las compañías eléctricas citan esto como prueba de que cerrar temprano encarece el sistema; El Gobierno responde que ampliarlo pondría en peligro la transición ecológica.
La península sigue siendo una “isla energética” con sólo un 3% de interconexión con Francia, lo que amplifica cualquier fracaso. Y cada vez más expertos repiten lo mismo: el problema no es la velocidad de la transición, sino que la red y las reglas no se fortalecen al mismo ritmo.
Un futuro aún incierto. Almaraz se ha convertido en mucho más que una central eléctrica: es un símbolo de la tensión entre urgencia climática y seguridad energética. El Ejecutivo insiste en que España podrá sostener su red con tecnología renovable y control digital; Técnicos y compañías eléctricas piden precaución.
Mientras tanto, los ingenieros de Red Eléctrica afinan algoritmos, la CNMC aprueba parches regulatorios y los vecinos de Almaraz se preparan para un futuro que, de momento, sigue dependiendo de sus dos reactores. España quiere encender la luz del mañana, pero el interruptor, de momento, queda en manos de una central eléctrica que se niega a morir.
Imagen | Foro Nuclear
| Mientras medio mundo debate y hace promesas sobre la energía nuclear, sólo un país las cumple: China