Legislativo – El diario andino

Cada vez que se cuestiona a los parlamentarios sobre la mala contratación de sus oficinistas, la respuesta es la misma: el recomendado pasó por los filtros de recursos humanos. La realidad en el parlamento es que el área de personal no cuenta con herramientas suficientes para negar la contratación del legislador solicitado.
La última parlamentaria en utilizar este argumento fue Kira Alcarraz (Podemos), quien amenazó a una periodista luego de que fuera consultada para contratar a un amigo de su hijo en su oficina. Lo mismo escuchamos de Rosselli Amuz (Avanza País) cuando en 2023 intentó justificar el ingreso de la familia y amigos de Paul García.
La realidad es que los recursos humanos terminan siendo una mesa de partidos cuando se enfrentan a las exigencias de los parlamentarios porque no hay altas exigencias para la contratación de personal de confianza. Los parlamentarios realizan las demandas de sus empleados conociendo exactamente el perfil en el que encajan: Asesor General, Asesor II, Técnico, Auxiliar o Asistencia. Sólo para los puestos más altos, los de asesores, el grado de asignación de la Universidad lo exige. Para el técnico sólo se requieren estudios técnicos o universitarios incompletos, pero en los dos últimos lugares se puede cursar una formación universitaria perfecta.
Con estas pequeñas exigencias a las exigencias profesionales, los parlamentarios han abierto la vía al asesoramiento de los empleados sin poder oponerse al área administrativa. Ni siquiera se trata de una revisión detallada de los documentos recomendados. No se revisa la veracidad de los diplomas o de las partes que los expiden; Tampoco está confirmado al 100% que los certificados de trabajo que presentan correspondan a empresas propiedad de familiares o amigos cercanos.
Una vez instalado en su posición, no existe ningún nivel de control sobre su trabajo. No se sabe con certeza cuántas personas trabajan realmente, aunque se sabe que muchos empleados sólo fichan la entrada y la salida. Tampoco hay seguimiento con permiso: el empleado de Eduardo Salhuana reconoció que abandonó su jornada laboral para desempeñar su función como ministro en el municipio de El Agustino sin pedir permiso formalmente.
La situación descrita debería ser modificada en la nueva Asamblea bipartidista. Está bien que los diputados tengan una cuota política en sus cargos, siempre y cuando sean profesionales que aporten sus conocimientos técnicos. ¿Qué suma tener gente con experiencia o parlamento ‘Tiktokers’? Además, en ningún caso el reclutamiento de familiares o amigos cercanos es el único mérito de una relación amistosa con el MP.
El parlamento no puede utilizarse como agencia de empleo y es una señal terrible que esta mala implementación se haya vuelto normal. Si queremos un parlamento bilateral que mejore la calidad del trabajo legislativo, es importante elevar el nivel de los expertos en el parlamento y la organización.