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Economía

Ninguno de los salar puede con Petroper (o con el estado)

Ninguno de los salar puede con Petroper (o con el estado)

16 de Febrero, tras dos semanas liderando el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), José Salardi declaró que «no hay ningún recurso para Petroperú este año, es la compañía hacer su parte». En esta misma jornada, reforzó su postura manifestando que «al mismo tiempo se anunció que la gerencia de Petroperú elaboró un plan y no necesitaría recursos de nosotros. Felicitaciones y un saludo a la línea de acción».

La percepción entre los peruanos, especialmente entre los contribuyentes y aquellos que siguen de cerca las gestiones del estado, es que han desarrollado una resistencia a este tipo de declaraciones. No porque se dude de las buenas intenciones del ministro, sino debido a la existencia de un poder enigmático y opaco dentro de Petroperú, que parece estar intocable, aun cuando la compañía ha dejado de ser esencial en la cadena de suministro y no cumple con sus responsabilidades.

La gestión de Salardi se presenta como una oportunidad prometedora para que el Ministerio pueda mantener un canal de comunicación efectivo con una burocracia gubernamental que históricamente ha demostrado ser ineficiente, rígida e insatisfactoria. La administración anterior personificó la incertidumbre que rodea al estado peruano, y el nombramiento de José Salardi ha generado un aire de optimismo. Él ha dejado claro que su función es revitalizar la economía, generar y desbloquear múltiples proyectos y, como consecuencia, crear más empleos. Es un ciclo que, si se logra, podría traer múltiples beneficios a la sociedad.

No obstante, 90 días después, su gestión enfrenta los dos problemas más significativos que afectan a nuestro aparato estatal. El primero es la profunda resistencia al cambio por parte de algunos funcionarios, como se observa en el caso del Ministro Maurer, quien está al frente de la cartera de trabajo. Aunque hay presiones para suprimir una regulación que prácticamente prohíbe la subcontratación, la cual ha sido cuestionada en instancias judiciales por su inconstitucionalidad, Maurer se muestra renuente a eliminarla, a pesar de las solicitudes directas y públicas de Salardi. Esta normativa ha sido considerada como un obstáculo esencial para implementar el «choque» prometido por el MEF.

El segundo problema es la situación deteriorada de Petroperú, que se ha convertido en una entidad que, año tras año, drena recursos de los contribuyentes sin mostrar ningún tipo de remordimiento. A este respecto, Salardi no ha logrado implementar soluciones efectivas. La situación no ha mejorado, no se han reducido los gastos ni se ha incrementado la eficiencia. Actualmente, Petroperú está bajo una dirección obsoleta, reflejando la última era retrógrada, a pesar de los escándalos financieros que ha afrontado en el pasado.

Desde el ministerio, se ha insinuado que los esfuerzos están dirigidos a aumentar ficticiamente el capital de la compañía petrolera a través de la capitalización de deudas provenientes del Banco Nacional, por un monto de S/ 6000 millones. Esta estrategia es, sin lugar a dudas, sorprendente. El Banco Nacional se presenta como una herramienta que sirve para administrar la deuda de otra entidad que ya se encuentra en una situación complicada.

La narrativa detrás de este enfoque es sencilla: cuando nadie quiere arriesgarse a solicitar un préstamo y cuando la confianza en el sector se diluye, Petroperú se convierte en la entidad que busca recursos directamente desde el estado, por lo que opera como un reservorio para el dinero público.

La relación entre Salardi y Maurer es tensa y problemática; parece que el cambio regulatorio prometido al inicio de su gestión no ha avanzado como se esperaba. Este «choque» ya parece ser un concepto difuso y poco radical. Y, a pesar de ello, las expectativas continúan disminuyendo.

La idea de capitalización de la deuda que se maneja con el Banco Nacional también se presenta como una estrategia más de las mismas imágenes y patrones manipulativos. No ha habido un ministro que logre mantener la estabilidad en su cargo frente a los desafíos de Petroperú. Ningún ministro parece capaz de resistir ante los intereses ocultos pero poderosos que buscan mantener a Petroperú en condiciones de ineficiencia crónica, sin liquidez y sin rumbo claro.

Sería una gran pérdida para la nación si un Ministro que intenta mejorar la situación económica del país se convierta en cómplice de decisiones poco éticas, que representan una «promesa de cambio» que rara vez se materializa. Con el deseo de que algún cambio positivo ocurra, anhelamos que se cumpla la misión que se estableció al comienzo de la administración.

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Redactor Andino