OpenAI ha dado su primer paso hacia América Latina. Detrás hay una inversión de 25.000 millones en Argentina y muchas preguntas – El diario andino





Para casi cualquier país de América Latina y el mundo, que una empresa como OpenAI anuncie una inversión multimillonaria suena como un sueño dorado. No sólo es la empresa más influyente del planeta en inteligencia artificial, sino también una de las pioneras en la industria. Su llegada promete empleos, movimiento económico y visibilidad global. Pero, como ocurre con todo proyecto de gran envergadura, también tiene dudas: el consumo energético, el uso del agua o la sostenibilidad de un centro de datos de cientos de megavatios no son cuestiones menores. Argentina, al menos en el papel, ha sido la elegida para intentar ese salto.
El anuncio del Gobierno argentino Se basa, al menos por ahora, en un solo documento: una carta de intención firmada entre OpenAI y la empresa local Sur Energy. El texto, publicado el 10 de octubre de 2025, menciona una inversión de “hasta 25 mil millones de dólares” para un centro de datos de “hasta 500 megavatios”, bajo el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI). No se especifica la ubicación del proyecto ni se detallan plazos ni fases de construcción, lo que lo mantiene en una etapa preliminar.
Silencios que pesan. Hay detalles que llaman la atención. Un anuncio multimillonario, vinculado a la expansión de OpenAI en la región, y aún así ni su CEO ni la propia compañía lo han comunicado a través de sus canales oficiales. Que no lo hayan hecho no invalida el proyecto, pero sí marca distancia con el entusiasmo institucional del lado argentino. En este tipo de operaciones la comunicación suele ser parte del mensaje. Aquí, de momento, brilla por su ausencia, al menos por parte de la startup americana. en su sitio web y redes sociales.
El plan: fábricas de IA a escala. Stargate no es un proyecto aislado, sino el nombre que utiliza OpenAI para su programa de infraestructura global. Su objetivo es construir una red de centros de datos capaces de soportar modelos de inteligencia artificial de última generación, la tecnología que da vida a herramientas como los chatbots conversacionales o los generadores de imágenes. En el caso de OpenAI, estos modelos son los que se esconden detrás de productos como ChatGPT, basados en sistemas como GPT-4 o GPT-5. El plan empezó a gestarse meses atrás, cuando la compañía anunció un ambicioso proyecto de infraestructuras en Estados Unidos, para posteriormente expandirlo a otros países.
Potencia, densidad, permisos.. Los centros de datos para inteligencia artificial operan en otra liga. Concentran un entrenamiento masivo en GPUs con un consumo de nivel industrial y una densidad energética muy superior a la de un centro de datos convencional. Cada habitación requiere sistemas de refrigeración avanzados capaces de mantener la temperatura bajo control constantemente. Y, aunque se requieren permisos y licencias como en cualquier instalación de este tipo, su escala y requisitos técnicos hacen que la construcción de uno de estos proyectos sea un proceso mucho más complejo y largo.
RIGI y financiación: promesa versus contrato. Como decimos, el proyecto está acogido al Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones, una herramienta creada por el Gobierno argentino para atraer capital extranjero a través de ventajas fiscales, aduaneras y cambiarias. En la práctica, la RIGI facilita las condiciones para que se pueda financiar un proyecto de gran escala, pero no garantiza que la inversión se materialice.
La Patagonia suena fuerte, no es oficial. Sobre el papel no hay un lugar definido. El Gobierno argentino no ha mencionado a la Patagonia en su comunicado. Aun así, el nombre de la empresa local que aparece en la carta de intención, Sur Energy, alimenta la idea de que el proyecto podría desarrollarse en el sur del país.
Clima y diseño: aliados o lastre. Si la hipótesis del Sur cobra fuerza es también por una razón técnica: el clima juega a su favor. Las zonas más frías permiten operar con menos energía de refrigeración y aprovechar el aire exterior, algo que reduce costes y emisiones. Paralelamente, la disponibilidad de agua sigue siendo un factor decisivo. Los nuevos campus de inteligencia artificial, conscientes de este riesgo, están adoptando sistemas de refrigeración que minimizan el uso del recurso hídrico. Habrá que esperar para conocer la opción elegida por OpenAI.
Cuando la red o el agua dicen que no. La ubicación de un centro de datos no depende sólo del clima o de los incentivos fiscales. Factores como la red eléctrica o la disponibilidad de agua pueden marcar el éxito o el fracaso de un proyecto. México, por ejemplo, es uno de los centros tecnológicos más grandes de la región, pero incluso allí un centro de datos de Microsoft chocó con las limitaciones de la red nacional y tuvo que recurrir a generadores de gas. En Chile, Google vio bloqueado su plan por uso excesivo de agua. Son recordatorios de que no basta con tener espacio: se necesita infraestructura.
De la exclusividad a la autonomía. Durante años, la infraestructura de OpenAI dependió casi por completo de Microsoft. En 2019, la empresa de Redmond invirtió mil millones de dólares y se convirtió en su socio exclusivo en la nube. Con el tiempo, esa alianza creció hasta superar los 10 mil millones, consolidando a Azure como la plataforma donde se entrenaban y ejecutaban los modelos de la empresa. Sin embargo, OpenAI ha estado buscando una mayor autonomía operativa. El programa Stargate responde precisamente a esa idea: disponer de recursos informáticos propios y diversificar su dependencia tecnológica.
Del papel al hormigón. Por ahora todo depende de los próximos pasos. Para que la iniciativa salga adelante será necesario un contrato definitivo entre OpenAI y Sur Energy, la presentación de estudios ambientales y licencias de interconexión eléctrica. También habrá que definir el esquema de financiación y los acuerdos energéticos a largo plazo. Sólo con estas piezas colocadas podemos hablar de una obra real. Hasta entonces, Stargate Argentina seguirá siendo un anuncio en fase de intención, pendiente de pasar del papel a lo concreto.
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OpenAI ha dado su primer paso hacia América Latina. Detrás hay una inversión de 25.000 millones en Argentina y muchas preguntas
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Por Javier Márquez.